viernes, 4 de marzo de 2011

A propósito del Carnaval... un poquito de historia y tradición


 La euforia por mojar al prójimo se apodera de todos en época de Carnaval, a tal punto que se convierte en un peligro latente. De allí que, los esfuerzos por transformar esta fiesta han sido constantes y sistemáticos.

El registro más antiguo que prohibía el juego con agua fue el Decreto expedido por el Congreso de 1868.

Pero no solo las autoridades adoptaron esa medida. Se conoce que en el siglo XVII los jesuitas exponían al Santísimo Sacramento en la iglesia de la Compañía, durante los tres días del Carnaval, “para evitar los juegos con agua, muy propios del demonio”.

Incluso se llegó a tomar “medidas fuertes”. El Obispo de la ciudad (Quito) amenazó con la excomunión a todo aquel que jugara al Carnaval, además atribuía a este juego el motivo principal del terremoto de Píllaro en 1755.
 
Pese a todas esas prohibiciones y amenazas, el juego de Carnaval se mantiene. Lo malo fue que, en algunas zonas del país se ha perdido el verdadero sentido de esta festividad.

Un espíritu colectivo
Patricio Sandoval, investigador del Instituto Iberoamericano de Patrimonio Natural y Cultural (Ipanc), asegura que las raíces del Carnaval ecuatoriano están vinculadas con la fiesta indígena de fin de año solar o Paucar Huatay, una de las cuatro más grandes del año.

O sea, el Carnaval es la culminación del ciclo agrícola y la inauguración de otro. En las zonas andinas, por ejemplo, se trata de una fiesta comunitaria que robustece el tejido de la organización.

El Carnaval de los mestizos, en contraste con los rituales indígenas, termina con el inicio de la Cuaresma.

En todo caso, la vigencia del ritual del Carnaval tiene un sentimiento popular, pero con diversas manifestaciones visibles en las zonas, dice Sandoval.

En el primer caso esta fiesta está ligada a las prácticas agrícolas, al trabajo cooperativo, a la relación con la tierra y la religiosidad está expresada con esos elementos. También se vincula con el canto de carnaval y el ayuno

Mientras que, en la urbe existe una devoción al Niño Jesús y las misas se multiplican en la víspera del Carnaval, por ello se afianza el llamado priostazgo, además se conserva el canto de las coplas y el juego con polvo y agua.

Al final el experto destaca que, pese a todo, el Carnaval tiene la virtud de unir o encadenar a los pueblos. Lo hace a través de tres elementos comunes: comida, agua y coplas.

El agua que purifica
El manejo del agua aparece desde México hasta Chile. Aún más, en las culturas andinas el agua es vida, la sangre de la tierra.

Entonces, el juego de Carnaval, sin exageraciones, tiene un sentido de acercamiento al otro sexo, sobre todo en la adolescencia. Y eso se proyecta a afirmar el temperamento, la imagen del hombre-mujer-familia.

Para muestra un botón: en Cacha (Chimborazo) los jóvenes se reúnen y piden permiso a los mayores de la comunidad para salir a jugar carnaval. Empieza una procesión en busca de solteras; en los chaquiñanes tocan el tambor, el rondín, la garrocha… Luego vendrá la bebida.

La comida es social
En la fiesta del Carnaval la comida es clave, pues la generosidad está por doquier. No en vano se trata de una ceremonia para recomponer los lazos comunitarios.

En ciertos pueblos de la serranía se acostumbra hacer el jucho (una colada de maicena o harina de maíz, capulí, pimienta y canela) y el dulce de higos con raspadura negra.

Los platos fuertes son, usualmente, fritada con choclos y plátano maduro, cuyes o conejos con papas y sarza de maní o pepa de sambo.

Mientras que, en los pueblos de la Costa los platos más degustados son elaborados con pescado (encocado, por ejemplo) o carne de monte.

Las coplas y el humor
El discurso de las coplas permite percibir un sentido de pertenencia con su lugar de origen, a través de una relación emotiva que, en gran medida , ha sido afirmada a partir del Carnaval.

Entonces, en las coplas los carnavaleros desarrollan una forma distinta y particular de contar la historia de la comunidad. Establece así una doble oposición entre la oralidad y la escritura y entre lo oficial y lo carnavalero (popular).

La forma testimonial de las coplas aparece como una lucha contra la pretendida homogeneización de la cultura escrita. Adicionalmente señala el carácter contestatario, tradicional de las coplas.

Unas poquitas coplas del carnaval de Guaranda

Al golpe del Carnaval
todo el mundo se levanta
Qué bonito es Carnaval.
Mas conociendo la voz
del que suspirando canta
Qué bonito es Carnaval.

Cantaremos carnaval.
ya que Dios ha dado vida,
Qué bonito es Carnaval.
No sea cosa que el otro año,
ya nos toque la partida.
Qué bonito es Carnaval.

De ésta esquina a la otra esquina
vive la que adoro yo.
Qué bonito es Carnaval.
La que se robo mi calma
dueña de mi corazón.
Qué bonito es Carnaval.

Si el quererte ha sido un crimen
Criminal no he sido yo.
Qué bonito es Carnaval.
Criminal fue tu hermosura
que ha quererte me obligó.
Qué bonito es Carnaval.

Si el pecho de cristal fuera
se vieran los corazones.
Qué bonito es Carnaval.
No hubieran falsas caricias
ni se ocultaran traiciones.
Qué bonito es Carnaval.

Amor imposible mío,
por imposible te quiero,
Qué bonito es Carnaval.
Porque el que ama a un imposible,
es amante verdadero,
Qué bonito es Carnaval.

Tomado de www.balletfolkecuador.com
          www.guaranda.gob.ec

No hay comentarios: