miércoles, 31 de marzo de 2010

LA READILAD EN QUE VIVEN LOS NIÑOS/AS Y ADOLESCENTES


La sociedad evoluciona y cambia con notable rapidez, quizás en la actualidad a un ritmo tan frenético que nos arrastra sin darnos tiempo a pensar.

Resulta complicado hacer predicciones en lo referente a nuestra profesión, pero está claro que los niños del futuro en nuestro entorno serán multirraciales y educados en la diversidad. ¿Ello nos afectará en el día a día laboral? ¿Todos nos colaborarán de la misma forma? Es posible que nos afecte sobremanera. La educación recibida y la herencia cromosómica conforman personas radicalmente distintas, con diferentes dinteles al dolor, comportamientos mas o menos agresivos, diferente capacidad de colaboración, etc. 

Tradicionalmente, resulta difícil contemplar a los niños como aislados de sus padres y del círculo familiar en que nacieron. Pero en los últimos decenios los niños parecen estarse convirtiendo en una clase social autónoma y específica. A nivel científico se ha elaborado, y sigue elaborando, un discurso que se ocupa de los niños de forma exclusiva. Han surgido nuevos campos, como la "historia de la infancia", la "sociología de la infancia" o los"derechos del niño".

En las políticas sociales, ciertas medidas en la asistencia social, en cuestiones de educación o del derecho del menor están dirigidas específicamente a los niños.

En los países en vías de desarrollo a los padres o a las familias les faltan los recursos necesarios para ocuparse de sus hijos. Por regla general, la pobreza, la enfermedad y la falta de recursos entre los niños del Tercer Mundo representan una prolongación de las condiciones de sus padres y familiares. Este mecanismo social apenas se diferencia del que rige en las sociedades del hemisferio norte.

Otras razones de que esté surgiendo una clase infantil aislada en nuestra sociedad son el cambio en las estructuras familiares y el resultante aumento en las tasas de divorcios o en el cambio de pareja. Los adultos tienden actualmente a tomar sus decisiones motivados más bien por sus propios intereses y ya no por el bienestar de sus hijos. Muy al contrario del eslogan tan socorrido entre los políticos de que "los niños representan nuestro futuro", se puede observar en la sociedad una indiferencia generalizada hacia los niños.

Aparte de mantener las ayudas a los niños por parte de instituciones y organizaciones voluntarias, resulta esencial también dar un paso atrás y aprender a entender los grandes intereses sociales, históricos y económicos que hacen la vida de los niños cada vez más vulnerable y desprotegida. Todo aquel que se interese en los niños y su bienestar debe esforzarse por analizar las causas de que se haya expulsado a los niños de su importante entorno de amparo familiar, social y transgeneracional.

Si no nos ocupamos de estas realidades básicas, todo nuestro denuedo por ayudar a los niños amenazados no pasará de ser mera terapia sintomática. La prevención debe surgir del análisis y el reconocimiento de las causas, si queremos salir al paso de los efectos perniciosos de los cambios sociales y económicos sobre nuestros niños.
Redacción: Rodrigo Agama

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