Uno de los grandes problemas con los que nos encontramos en la enseñanza es el caudal de faltas de ortografía de los alumnos. No hay discusión en este punto, una buena ortografía es la base de un texto bien escrito y se ha de tener en cuenta que, en la mayoría de las ocasiones, nos comunicamos por escrito.
Así pues, el problema de la ortografía no es tan sólo un problema escolar, va más allá, pertenece a la vida: cartas, solicitudes, instancias, trabajos de investigación, resoluciones judiciales, escritos policiales, denuncias… todo va por escrito. Todo debería ir impecable, en lo que a ortografía se refiere. Es cierto que, actualmente, los procesadores de texto incorporan herramientas ortográficas, pero, a veces, no es suficiente.
Tradicionalmente la ortografía se ha enseñado a través de una serie de normas que aprendíamos de memoria y una serie de dictados que nos hacían repetir una y otra vez, y sin embargo, para muchos no fue suficiente, ni es suficiente para las nuevas formas de aprendizaje. Repetir como cacatúas una y otra vez, no quiere decir aprender con fundamento.
"Tener una buena ortografía no es un don divino, sino el resultado de una buena formación lingüística, que inicia en el hogar”. Está demostrado que el hogar es una pieza clave en la enseñanza de la lengua materna. Es aquí donde los niños comienzan a escuchar y a reproducir por imitación los patrones lingüísticos que les servirán en el futuro para comunicarse.
En una familia donde exista una preocupación por el lenguaje, y se hable con corrección, los infantes adquirirán estructuras idiomáticas certeras, si añadimos buenos hábitos de lectura e interés por los temas culturales y científicos habrá una excelente preparación lingüística.
Después si en la escuela se tienen buenos profesores de español, que motiven por la asignatura y busquen formas dinámicas y atractivas para enseñar los contenidos, es muy probable que no surja rechazo por las letras.
Ya egresado de la enseñanza media, queda en manos de la persona la posibilidad de seguir perfeccionando su uso del lenguaje. Aprender a hablar bien es un proceso que no termina nunca, cada día se debe perfeccionar y actualizar el manejo de la lengua porque surgen nuevos giros, nuevas estructuras y otras caen en desuso.
En una familia donde exista una preocupación por el lenguaje, y se hable con corrección, los infantes adquirirán estructuras idiomáticas certeras, si añadimos buenos hábitos de lectura e interés por los temas culturales y científicos habrá una excelente preparación lingüística.
Después si en la escuela se tienen buenos profesores de español, que motiven por la asignatura y busquen formas dinámicas y atractivas para enseñar los contenidos, es muy probable que no surja rechazo por las letras.
Ya egresado de la enseñanza media, queda en manos de la persona la posibilidad de seguir perfeccionando su uso del lenguaje. Aprender a hablar bien es un proceso que no termina nunca, cada día se debe perfeccionar y actualizar el manejo de la lengua porque surgen nuevos giros, nuevas estructuras y otras caen en desuso.
Fuente: http://archivo.laprensa.com.ni
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Publicado por: M@gus$
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