Ser pobre e indígena y vivir en sectores marginales de la periferia urbana o en zonas rurales de la sierra o del altiplano, es una receta casi segura para sufrir de hambre en Bolivia, Ecuador y Perú. En la subregión andina, uno de cada 5 niños padece desnutrición crónica (baja talla para la edad entre 0-5 años), según un estudio presentado hoy por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) en Quito, Ecuador.
Los datos muestran que en los hogares de habla indígena la mitad de los menores está desnutrido, lo que es un promedio mucho mayor que en los hogares donde se habla sólo español. Sin embargo, entre los grupos existen diferencias significativas.
La educación de la madre tiene gran influencia en este fenómeno. La incidencia de desnutrición entre los niños es de un 30% a un 40% menor cuando la madre tiene estudios de educación primaria que cuando no los tiene, y baja aun más cuando ésta cursó educación secundaria.
En cuanto a la distribución geográfica, los niños del campo, la sierra o la costa, tienen casi el doble de probabilidades de tener talla baja que los urbanos. Las zonas altas de la cordillera de los Andes son las más vulnerables a la desnutrición de los menores de 5 años. En Ecuador, las provincias de la Sierra (Imbabura, Cotopaxi, Tungurahua, Chimborazo y Bolívar) tienen valores promedio hasta un 50% superiores a las demás.
Elaborado por Rodrigo Agama
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